jueves, 18 de junio de 2009

En el Año sacerdotal, pensando sobre el sacerdocio (I)


Mañana comenzamos el Año sacerdotal. Agradezco al Señor que haya inspirado al Papa invitarnos a reflexionar sobre nuestro ser sacerdotal porque eso nos va a permitir que vivamos más acorde al don recibido, más entusiastas de la gracia que el Señor bendito nos ha dado, más felices y ardorosos en nuestro ministerio.
Iré contemplando con la ayuda del Señor diversos aspectos de mi ser (no me animo a decir "nuestro" para no involucrar a ningún otro sacerdote siéndole una carga) sacerdote y lo hago con la intención de compartir lo que siento y pienso, y nada más. Me encantaría que otros sacerdotes compartiran sus sentimientos y pensamientos al respecto, para enriquecerme con sus palabras.
También los laicos pueden opinar y enviarme sus comentarios para que su visión nos haga tomar conciencia más clara de aquellos a quienes el Señor nos envió a servir.

Me impactó fuertemente que cuando fui ordenado presbítero yo sentía sobre mis hombros una carga enorme, imposible de llevar hasta el momento en que me ungieron las manos. Allí sentí dentro mío que el Señor me dijo: "Ahora estoy Yo", y experimenté un gozo inmenso, y una liberación total del peso que hasta ese momento sentía.
Fui transformado en Cristo Sacerdote.

Esta frase me deja admiradísimo, boquiabierto, pasmado. Experimenté realmente a lo largo de mis años de sacerdocio esa verdad impresionante. Siempre sentí que me quedaba grande el ser sacerdote, enormemente grande. Pero no le queda grande a Jesús, por el contrario: Él es el mediador entre Dios y los hombres. Él es el puente (pontífice). Y su presencia se prolonga no en nuestra acción solamente, sino en nuestro ser. Es una transformación ontológica -absolutamente gratuita- de nuestro ser, para que la misión y el ministerio de Cristo sacerdote continúe hasta el último día.

La comunidad de la Iglesia, y también el mundo, necesita de Cristo sacerdote. Y Él está presente por los sacerdotes que por el sacramento del orden sagrado tienen el Espíritu de Cristo, y la potestad que reciben de Él para servir al pueblo de Dios.

Iré profundizando cada tema tocado aquí en las entregas próximas.

2 comentarios:

  1. Miriam dice:
    hermosas y profundas sus palabras. qué bueno es poder expresar y compartir lo que sentimos y pensamos,(que a veces no van de la mano).
    Me impacta, me llega mucho la expresión: AHORA ESTOY YO.
    Eso es lo que yo, humilde laica, ama de casa, esposa, madre y abuela, siento cada día de mi vida:AHORA ESTOY YO.

    Él está conmigo, siempre lo estuvo, pero no siempre lo supe,ni lo sentí.
    despues de caminar, de tratar de madurar en la fe, de crecer un poquito, solo un poquito, tomé conciencia de su presencia real, de su acompañamiento en mi vida, (y me falta tanto por crecer,madurar y profundizar en mi fe!!)
    ahora se, siento, que no solo está conmigo, con ud o con otros: Él está con todos y con c/u de nosotros!
    eso es lo que tenemos que proclamar! que está siempre! que nos cuida! que nos guía! que nos ayuda (si lo dejamos) a encontrar el verdadero camino.!
    si somos capaces de descubrir su presencia en nuestros actos simples y sencillos de cada día, si "vemos" los milagros cotidianos de su presencia entre nosotros, y nos comprometemos a transmitirlo a otros, entonces estamos catequizando, estamos evangelizando, que es lo que Él nos pide a cada uno de los miembros de la iglesia, SU iglesia, NUESTRA iglesia.
    compartir es fundamental para crecer, para madurar. compartiendo, COMPARTIENDONOS, nos enriquecemos mutuamente.
    pido a Dios le siga regalando el don de la palabra, con el que nos muestra a Jesús desde este medio, de una manera tan expresiva, tan clara y profunda, que nos llega y emociona.
    Dios lo bendiga.

    ResponderEliminar
  2. Soy laica, y también agradezco al Papa este año sacerdotal que hoy comienza.
    Está claro para mí la necesidad del sacerdote como mediador entre Dios y los hombres.
    Una persona que está al servicio de Dios y al servicio del pueblo de Dios, de cada uno de nosotros.
    Que por ser humano puede ser bueno o malo como nosotros, pero que intenta cada día hacer la Voluntad de Dios.
    Cuanto más santo sea el sacerdote, más nos ayudará a ser santos a nosotros.
    No necesitamos que sea simpático como un vendedor, o un animador de televisión.
    No necesitamos que sepa cantar, aunque eso nos ayude a nosotros a cantarle a Dios.
    Sí necesitamos que tenga claro que su valor le ha sido dado por Dios, y que el mismo Dios ha hecho valioso a cada hombre.
    Esa actitud cristiana de respeto a cada persona, es totalmente necesaria, en mi barrio varias personas se han alejado de la parroquia por actitudes que sintieron de poco respeto hacia ellas, han cambiado de parroquia y algunas se alejaron de la iglesia.
    Sólo si el sacerdote ama a Dios y a cada prójimo, nos enseñará a hacerlo también a nosotros.
    Sólo si el sacerdote tiene fe podrá trasmitirnos fe.
    Solo si confía en Dios nos hará confiar.
    Sólo si tiene esperanza estaremos dispuestos a esperar.
    Sólo si vive con unción cada sacramento, cada Misa, creceremos en ese misterio que nos llega eficazmente por esos canales de gracia que Jesús mismo creo para nosotros.
    Con esto no pretendo que cada sacerdote sea santo hoy, sino que tienda a serlo. Que confíe en que su camino de santidad es posible, porque es Jesús mismo quien lo está llevando por ese camino.
    Han recibido los sacerdotes un sacramento por el cual ellos, y sólo ellos, pueden consagrar la eucaristía y perdonar los pecados.
    Sólo un obispo de la sucesión apostólica unido al Papa puede consagrar a un sacerdote, esto nos habla de una misión que llega hasta nuestro siglo XXI desde el mismo Jesús que eligió a sus apóstoles.
    Bendito sea Dios que llamó a cada sacerdote.

    ResponderEliminar